Comprende los mayores logros del arte rupestre indio, es considerado como un verdadero museo único en el mundo del en , y está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Esos honores los tiene las cuevas de Ajanta.
Ubicación
Las cuevas se encuentran en la garganta rocosa de Ajanta, que está en el estado de Maharashtra, a 75 kilómetros al norte de la ciudad de Jaina.
Exponente de la arquitectura rupestre india
Entre el siglo II a.C. y el siglo V d.C., se desarrolló una importante arquitectura rupestre en esta zona, dando origen a 30 cuevas excavadas -una junto a otra- en la ladera semicircular del relieve por monjes .
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Las 30 cuevas se clasifican según su función en chaitya o santuarios, siendo de este tipo 4; y en vihara o monasterios, que son las 26 restantes.
Descubiertas en el siglo XIX
A principios del siglo XIX cuando fueron descubiertas, hubo una cierta polémica para fecharlas y saber de qué época eran, y es que serán datadas en épocas bastante remotas, hasta el punto de que se llega a creer que eran los monumentos más antiguos del mundo.
Sin embargo, estudios posteriores y muchos más cuidadosos de otros muchos templos de la India excavados en la roca, y sobre un todo mejor conocimiento del arte , permitió situar las cuevas de Ajanta en el marco temporal con una mayor seguridad. De este modo, los santuarios más antiguos pertenecerían al siglo I a.C., mientras que otros pueden corresponderse con los últimos tiempos del período budista.
Estructura de las cuevas de Ajanta
La estructura de los chaitya o santuarios es bastante homogénea. Se trata de una cámara con una alta bóveda y un ábside circular al fondo en el que se encuentra un altar excavado en la roca.
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Los vihara o monasterios están formados la mayoría de ellos por una sala cuadrada central, en la que está la estatua de Buda y celdas a los lados para los monjes.
Importante patrimonio pictórico
No solamente por su arquitectura son importantes las cuevas de Ajanta, también por su gran patrimonio pictórico.
Descubiertas en 1.817, y dadas a conocer mediante copias a partir de 1.866, el ciclo de frescos que tiene que fueron realizados entre los siglos II y VII se inspira en representaciones de encarnaciones pasadas de Buda y en episodios de su última encarnación.
Una decena de cuevas con pinturas pertenecientes a esta época muestran con claridad cuáles son sus características: la predilección por una sobriedad colorista y por las grandes composiciones.
Para las pinturas rupestres que se realizaron en las cuevas de Ajanta se utilizó la técnica india y en general la asiática del fresco. Esta técnica se caracteriza por usar los colores en seco, es decir, se pinta sobre una superficie seca compuesta por un fondo que se prepara con tierra amasada, y sobre el que se extiende a continuación una fina capa de cal.
Este procedimiento está contenido en el tratado Visnudharmottara, basándose de esta manera en las tradiciones más antiguas de las técnicas pictóricas rupestres de entre los siglos VII y VIII.
También de elevada calidad es su parte escultórica, realizada para complementar la obra pictórica.
En el año 1.983 las Cuevas de Ajanta fueran declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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