Australia, a pesar de su majestuosa extensión geográfica (es el sexto país más grande con 7.686.850 kilómetros cuadrados), continúa siendo una zona desconocida para buenas parte del resto de ciudadanos del Mundo, quizá porque se encuentra a miles de kilómetros y aún más horas de avión, al estar ubicado en el hemisferio sur.
Australia, aparte de Sydney y sus famosos canguros, es un paraíso para los amantes de la naturaleza y del agua, es el destino idóneo para los buceadores, pues en las aguas australianas se descubren una interesante vida marina, unas vistas de corales todavía más interesantes si cabe y un abanico enorme de posibilidades de practicar deportes acuáticos.
Los australianos aseguran que, al igual que sucede con la famosa muralla de China, desde el espacio exterior puede observarse la gran barrera de corales de Queensland, una vasta extensión de 2.000 kilómetros y calificada como Patrimonio de la Humanidad. Debajo de estas aguas, los ojos del buceador alcanzaran su máxima expresión a través de los corales de múltiples colores y de los movimientos pausados de las tortugas marinas, estrellas de mar y demás compañeros de aguas australianas. No sólo eso. También se puede echar un vistazo a los restos de algunos de los barcos naufragados hace miles de años. O retroceder hasta la segunda Guerra Mundial en las aguas de Puerto Darwin, donde se observaran restos de los barcos de aquella sangrienta época. O vaya más atrás aún en los cabos de Port Phillip, donde hay restos de la primera Guerra Mundial.
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Si estos arrecifes de Queensland son ya espectaculares, los existentes en el Parque Marino Ningaloo lo son aún más, en parte porque son los más grandes del mundo. No es de extrañar que convivan más de 200 especies de corales y más de 500 especies marinas. Y como regalo, como se explica en los folletos de viajes, el reclamo de nadar con el tiburón ballena, el pez más grande del mundo, aunque inofensivo. O si no se fía, puede hacerlo entre delfines en las cercanías de la Península Mornington. Si lo suyo es más la espeleología, debe acudir a visitar las cuevas submarinas situadas en la Reserva Natural de Governor Island. Pero si prefiere bucear entre especies marinas y practicar deportes acuáticos, su sitio está en Baird Bay, de la Península Eyre, donde comprobará si tiene o no miedo a los tiburones. Puede mano a mano, pero protegido por una jaula.
Como esto será únicamente destinado a los más aventureros, el buceador común buscará alcanzar el placer de los cinco sentidos sumergiéndose en las aguas de la costa este de Tasmania, en Clovelly o en los alrededores de Gordon Bay. Seguramente, uno se sentirá como si protagonizara uno de esos famosos documentales de naturaleza de televisión. Australia lo permite.
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